En
Septiembre, una amiga (también enferma de Lyme) que conocí durante mi
tratamiento con antibióticos intravenosos en Bruselas, me escribió para
contarme que estaba mucho mejor gracias a un tratamiento con células madre que
había hecho en Alemania.
Esto me
abrió una puerta de esperanzas en el momento en el que más lo necesitaba.
Después de cuatro largos años tomando antibióticos y visitándome con los
mejores médicos de Lyme del mundo, yo seguía encontrándome mal. De hecho, me
encontraba muchísimo peor que antes de empezar a tratarme,
Ya no
me quedaban fuerzas para seguir luchando; me costaba salir de casa, hablar,
pensar, leer, tenía muchísimo dolor, una fatiga tremenda y me encontraba tan
sola y me sentía tan pequeña que no veía más que un gran vacío a mi alrededor.
En
Agosto decidí dejar los antibióticos y fue una decisión muy dura (aunque ojalá
la hubiera tomado antes) que me dejó desamparada, sin saber qué camino tomar o
si merecía la pena escoger alguno.
Por
eso, cuando mi amiga me habló de esta clínica, con un planteamiento de
tratamiento tan diferente a todo lo que conocía, se me abrió una pequeña puerta
que dejaba entrar un poco de luz…volví a encontrar las ganas de seguir
probando.
Empecé
a leer todo lo que encontré por internet y a contactar con gente que había
hecho el tratamiento antes que yo. Aunque en aquella época no había tanta
información como ahora, me gustó mucho lo que leí. Era un cambio radical en la
manera de abordar la enfermedad; en lugar de centrarse en matar-matar-matar, su
objetivo era fortalecer el sistema inmune y reparar el daño creado durante
tantos años de infección crónica.
La
mayoría de pacientes con los que conseguí contactar habían mejorado bastante
así que decidimos que merecía la pena probar.
La
siguiente decisión que tuvimos que tomar fue elegir una clínica donde recibir
tratamiento.
Yo
quería células madre autólogas (mías propias) por lo que todas las clínicas
donde hiciesen células madre embrionarias, de cordón umbilical… estaban
excluidas (clínicas en Méjico, Korea, Panamá…).
Aunque
este tipo de células madre tienen un enorme potencial y estoy segura de que son
el futuro de la medicina, de momento no se conocen los efectos a largo plazo y
hay riesgos de efectos secundarios que yo no estaba dispuesta a correr. Al ser
células foráneas a nuestro cuerpo pueden ocasionar rechazos (como ocurre con
los trasplantes de órganos) o pueden dar lugar a un crecimiento incontrolado
causando cáncer.
Estos
posibles efectos secundarios a largo plazo me daban miedo por lo que decidí que
los beneficios, en mi caso personal, no sobrepasaban los riesgos.
Por lo
que al final mis opciones se reducían a dos clínicas:
- -- Infusio – la clínica más famosa y con más experiencia
- -- Villa MediGrun – una clínica recién abierta por el Dr. Michael
Wittstadt, que trabajó durante tres años en Infusio (casi todo el tiempo que utilizaron
células madre)
La
decisión no fue fácil. Por un lado Infusio nos daba más confianza porque tenía
una genial página web con mucha información y porque todos los pacientes que
había conocido online habían ido allí.
Pero
había oído críticas acerca del seguimiento post-células madre. Decían que si
tenías algún problema era difícil conseguir hablar con alguien, que no
contestaban los mails..
Además
el volumen de pacientes era cada vez mayor y no podían presar la atención
personalizada que me gustaría recibir a mi.
Y,
habían abierto un centro en Beverly Hills, la zona mas pija de California. Me
parecía que estaban intentando enfocar sus tratamientos a la gente rica y que
su clínica estaba demasiado orientada al dinero.
Por
otro lado, Villa MediGrun era una clínica nueva, que tenía buena pinta pero poca
información online. No tenía página web y no pude contactar con ningún paciente
que hubiese ido antes que yo.
Pero
todos los pacientes que habían ido a Infusio un par de años antes conocían al
Dr. Michael Wittstadt y me hablaron maravillas de él.
Además
tuvimos una cita por Skype con el Dr. y nos gustó muchísimo. Parecía muy
profesional, con mucho conocimiento y con mucha experiencia. Sabía de lo que
hablaba.
Y por
último, su clínica acababa de abrir por lo que no tenía tantos pacientes y podría
prestarme más atención a mi. Yo, después de 17 años enferma y de sentirme tan
ninguneada por TODOS los médicos (los de la SS, los de Sanitas y los
especialistas de pago), necesitaba sentir que se iban a preocupar por mi.
Otra
diferencia importante era el precio. Medigrun era 10.000 euros más barato (no
es poco!!!) y el tratamiento duraba una semana más (3 semanas en lugar de las 2
semanas que dura en Infusio).
Así que
por todas estas razones nos decidimos por Villa MediGrun y ha sido una de las
mejores decisiones que he tomado en relación a mi enfermedad.
En unos
días os cuento un poco sobre mi experiencia durante las 3 semanas en la clínica
Villa MediGrun!